Los banqueros temen el riesgo de pleitos por el nuevo euríbor
El nuevo euríbor puede acabar siendo un quebradero de cabeza para la banca. Preguntado por este asunto, una fuente del sector financiero frunce el ceño antes de responder: “Seamos honestos, hay bastantes nervios al respecto. Los bancos han tenido la pésima experiencia de las cláusulas suelo y no quieren que se repita nada parecido ni por asomo. Imagínate, existe un stock de unos 600.000 millones en hipotecas. A razón de 10 puntos básicos de diferencia en el tipo de interés, las familias podrían abonar unos 600 millones de euros más al año por un incremento nada descabellado. Así que en la banca están rezando para que los primeros cálculos salgan exactamente igual y no puedan ser impugnados en los tribunales. Pero la realidad es que por pura lógica el nuevo euríbor sea más caro y eso abra la puerta a las reclamaciones judiciales. Los banqueros están intentando recabar el respaldo de todas las instituciones para que la nueva fórmula se ate muy bien legalmente. Sin embargo, la verdad es que nadie quiere mojarse”.
El euríbor actual se confecciona mediante una encuesta dirigida a los principales bancos de Europa. Se les pregunta a cuánto estarían dispuestos a prestarse, y con la media se obtiene el tipo de referencia. Sin embargo, hace cuatro años se descubrió que la banca cocinaba las encuestas del líbor, el índice de referencia usado en Reino Unido. Y ante semejante escándalo, el G20 y la Junta de Estabilidad Financiera recomendaron un cambio del método de cálculo ligándolo a parámetros menos susceptibles al amaño. Desde hace meses, el Instituto de Mercados Monetarios Europeos, un organismo formado por asociaciones bancarias de la eurozona y conocida como EMMI por sus siglas en inglés, ha asumido la tarea de rediseñar el euríbor y rebautizarlo como el euríbor plus. El momento no podía ser más oportuno, ya que el actual euríbor se sitúa en estos momentos rozando el cero, una cota que hace casi imposible que las entidades obtengan los réditos suficientes para retribuir a los depositantes, costear sus estructuras y lograr beneficios.
Si el euríbor plus acabase en una espiral de pleitos, sería la puntilla para unas cuentas bancarias muy presionadas por los bajos tipos
Tan sólo hay que echar un rápido vistazo a los nuevos componentes del futuro euríbor plus para concluir que el resultado puede salir más elevado que el actual euríbor. Al contabilizar créditos reales a pymes, aseguradoras o fondos de pensiones entre otros, por fuerza el cómputo debe salir más alto que cuando sólo se emplean préstamos interbancarios. Se antoja harto improbable que un préstamo a una pyme sea más barato o igual que un crédito mayorista bancario.
De cara a los obstáculos judiciales, el problema de fondo reside en encontrar algo que sea estrictamente equivalente al actual euríbor. Con el inconveniente añadido de que en el mercado no existen los préstamos interbancarios a un año. Sí que los hay a tres meses, pero en España se optó por una proyección a un año porque de ese modo los bancos se podía embolsar un poquito más de intereses. Por lo tanto, esa construcción de un euríbor a un año no es real porque, como ya hemos apuntado, los bancos sólo se prestan como máximo a tres meses. Y eso dificulta todavía más la labor de encontrar una fórmula que sea equivalente y, por consiguiente, blindada contra los procesos de la Justicia. Aunque se buscasen, no habría créditos interbancarios a un año con los que elaborar la nueva tasa de referencia.
Así las cosas, no es de extrañar que los banqueros quieran que, al principio, el cálculo resultante sea sí o sí prácticamente igual que el vigente índice. Todo con tal de que nadie perciba la diferencia y no se disparen las demandas.
Las presiones han comenzado. En el Banco de España se palpa la preocupación. Y los banqueros buscan que las instituciones de todo tipo les brinden amparo y avalen este nuevo formato. Sin embargo, nadie quiere mojarse y poner su sello a una historia con final incierto, máxime en una coyuntura en la que los bancos están siendo culpados de todos los males de la crisis.
Abunda el temor a una espiral de pleitos que acabe igual que las cláusulas suelo, con los bancos indemnizando a los clientes en cifras millonarias. Tamaño impacto podría ser la puntilla para unas cuentas ya lastradas por unos tipos de interés demasiado bajos y unas estructuras demasiado grandes cuyo recorte cuesta muy, muy caro.